La cirrosis es una afección en la que el hígado se deteriora lentamente y funciona mal debido a una lesión crónica. El tejido sano del hígado se sustituye por tejido cicatricial, bloqueando parcialmente la circulación de la sangre a través del hígado. La cicatrización también deteriora la capacidad del hígado de:
- Controlar las infecciones.
- Eliminar las bacterias y las toxinas de la sangre.
- Procesar los nutrientes, hormonas y medicamentos.
- Fabricar las proteínas que regulan la coagulación sanguínea.
- Producir bilis para ayudar a absorber grasas, incluido el colesterol, y vitaminas solubles en grasas.
Un hígado sano es capaz de regenerar la mayoría de sus propias células cuando se dañan. En la cirrosis en etapa terminal, el hígado no puede sustituir eficazmente las células dañadas. Se necesita un hígado sano para la supervivencia.
La cirrosis es la doceava causa de muerte por enfermedad. La afección afecta con un poco más de frecuencia a los hombres que a las mujeres.
Causas.
La cirrosis tiene varias causas. En los Estados Unidos, las causas más comunes de cirrosis son el consumo abundante de alcohol y la hepatitis C crónica. La obesidad se está convirtiendo en una causa común de cirrosis, ya sea como causa única o en combinación con el alcohol, con la hepatitis C o con ambos. Muchas personas con cirrosis tienen más de una causa de daño hepático.
La cirrosis no es causada por trauma de hígado u otras causas de daño agudo o de corto plazo. Generalmente, años de lesión crónica son necesarios para causar la cirrosis.
Síntomas.
Muchas personas con cirrosis no presentan síntomas en las primeras etapas de la enfermedad. Sin embargo, a medida que la enfermedad avanza, la persona puede experimentar los siguientes síntomas:
- debilidad
- fatiga
- pérdida del apetito
- náuseas
- vómitos
- pérdida de peso
- dolor abdominal e hinchazón cuando se acumula líquido en el abdomen
- picazón
- vasos sanguíneos en forma de araña cerca de la superficie de la piel
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