Cualquier tumor que se forme en las células gliales (del griego «glía», que significa pegamento), o en tejido de sostén del cerebro se denomina glioma. Un tipo de glioma es el astrocitoma. Los astrocitomas toman su nombre de los astrocitos, las células en forma de estrella de las cuales crecen.
Estos tumores pueden localizarse en cualquier punto del neuroeje (cerebro y médula espinal) si bien es especialmente frecuente a nivel de los hemisferios cerebrales.
Clasificación.
Los astrocitomas conforman un grupo hetereogéneo, clasificado por la OMS en cuatro grados basándose en sus características histológicas:
- Astrocitoma grado I (astrocitoma pilocítico): especialmente frecuente en niños. Presenta muy buen pronóstico, dado que la resección completa supone la curación en la inmensa mayoría de los casos.
- Astrocitoma grado II, es el astrocitoma difuso: dentro de este grupo existen diferentes subgrupos con características propias. Es un tumor infiltante y con una tendencia a evolucionar hacia lesiones de histología más agresiva.
- Astrocitoma grado III o astrocitoma anaplásico: Es un tumor igualmente invasivo, aunque sus características histológicas le confieren un peor pronóstico que los grupos anteriores, puede evolucionar hacia glioblastomas multiformes.
- Astrocitoma grado IV o Glioblastoma multiforme: Es el de mayor agresividad y a la vez el más frecuente de los astrocitomas.
Causa.
Los tumores cerebrales no se pueden prevenir. La causa de estos tumores se desconoce. Los científicos han identificado anomalías en los genes de diferentes cromosomas que podrían desempeñar un rol en el desarrollo de éstos. La mayoría de los tumores cerebrales no son hereditarios, pero pueden ser causados por un síndrome heredado genéticamente. No obstante, aún no se sabe con certeza qué es lo que causa estas anomalías.
Síntomas.
A medida que crece el tumor, podría interferir con las funciones normales del cerebro. Como el cráneo no se puede expandir en respuesta al crecimiento de un tumor, los primeros síntomas generalmente se deben a un aumento de la presión en el cerebro. Los dolores de cabeza, las convulsiones, la pérdida de memoria y los cambios de comportamiento son los síntomas más comunes. También son comunes la pérdida de movimiento o sensibilidad en un lado del cuerpo, una disfunción en el lenguaje y trastornos cognitivos. Dependiendo del tamaño y la ubicación del tumor también pueden aparecer otros síntomas.
Diagnóstico.
Para obtener un diagnóstico preciso, su médico comenzará con un examen neurológico seguido por una resonancia magnética o una tomografía computarizada. La exploración se realizará con una tinción de contraste que hace que el borde y los detalles del tumor sean más visibles. Si tiene un tumor, la exploración ayudará a su médico a determinar el tamaño, la ubicación y el tipo probable de tumor. Algunos médicos podrían solicitar también una espectroscopía por resonancia magnética, que mide los niveles químicos y minerales en un tumor. Esas mediciones pueden dar una sugerencia de si el tumor es maligno o benigno. También podría ayudar a distinguir entre un tumor cerebral y otros problemas médicos.
Tratamiento.
El tratamiento de elección para todos los tumores resecables será el quirúrgico, asociando tratamiento concomitante (al mismo tiempo), radioterapia y quimioterapia en algunos de ellos, especialmente en los de mayor agresividad.
A nivel medular son tumores infiltrativos y de márgenes mal definidos, por lo que el tratamiento de elección en esta localización será la biopsia.
En los últimos años han aparecido diferentes líneas de tratamiento, tales como la inmunoterapia, las vacunas…si bien todas ellas están aún en fase de evaluación.
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