Aunque todo el mundo puede sufrir esta enfermedad, es más común entre niños y recién nacidos, en estos últimos puede llegar a ser muy peligrosa ya que causa problemas para respirar, comer o beber. A día de hoy los casos de tosferina se han reducido en comparación con la antigüedad, esto se debe a que existe una vacuna capaz de preveerla.
Su diagnóstico se realiza por distintas pruebas entre las que encontramos un examen físico, análisis de sangre, rayos X del torax o cultivos de secreciones nasales o de garganta.
La tosferina puede detectarse gracias a unos síntomas iniciales; moqueo o congestión nasal, tos leve o apnea en bebés. Entre 1 o 2 semanas después de la exposición a las bacterias comienza la tos, que, especialmente en niños o recién nacidos puede ir acompañada de complicaciones:
- Toser muy fuerte, una y otra vez. Estos episodios de tos ocurren en horario nocturno principalmente.
- Tener dificultad para tomar aire después de un ataque de tos. Puede que hagan un “silbido” al respirar.
- Tener dificultad para respirar, comer, beber o dormir debido a los ataques de tos.
- Sufrir cianosis debido a la falta de Oxígeno.
- Vomitar después de un ataque de tos.
Los ataques de tos pueden durar hasta 10 semanas y, a veces, reaparecen la próxima vez que el niño tiene una enfermedad respiratoria.
La tosferina se propaga fácilmente mediante la vía aerea cuando una persona que tiene esta enfermedad respira, tose o estornuda.
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